lunes, 10 de agosto de 2009

Diplomacia digital: pista de despegue (SERIE: diplomacia digital, entrega 1)


El pasado 16 de Junio comenzaba en Nueva York la Conferencia de los 140 caracteres (140 Character Conference, más información en @140conf[1] )

El evento que se puede calificar como éxito en cuanto al número de interesados y participantes y a la calidad de los mismos trata de servir de foro (presencial y virtual) para explorar los efectos de la red de las redes, la más de moda: twitter. Su título original era “the effects of twitter on: Celebrity, “The Media”, Advertising and (maybe) Politics”, (los efectos de twitter en: los famosos, los medios de comunicación, la publicidad y (tal vez) en la política). Toda una declaración de intenciones: un guiño en sí mismo, una forma de plantear las cosas a la manera del siglo XXI, un lenguaje directo y con un toque de humor: el lenguaje de los 140 caracteres.

Como reconoce Elliott Schrage, vicepresidente de comunicación global de Facebook, si un gobierno trata de trasmitir un mensaje cualquiera, por ejemplo que le importa la situación y los derechos de las mujeres en el mundo, y logra entrar en el buzón de las personas interesadas en ese tema determinado, allí donde reciben su correspondencia, allí donde leen lo que les llega, allí donde normalmente les envían cosas de interés; entonces el efecto multiplicador de difusión de su mensaje irá en progresión geométrica, gracias a las tecnologías de la comunicación[2]. Y ello es así porque desde el momento en que lo encuentran interesante y lo comunican en sus redes comienza el juego de naturaleza viral de los intercambios comunicacionales basados en la confianza en las redes sociales.

Así que se trata de lo de siempre: llegar a quien se considera objetivo de comunicación, a un público target, líder de opinión que redifundirá a su red el mensaje, multiplicando los esfuerzos del emisor de forma viral.

El reto para las instituciones gubernamentales puede ser conseguir la confianza de las personas en las que, a su vez, más confía la red de usuarios. Es la forma de pasar de la comunicación de gobierno a gobierno a una comunicación de gobierno a gente. La elite, los lideres de opinión, los situados más arriba en los rankings algorítmicos de twitter o facebook son el objetivo bisagra de la nueva comunicación institucional y política.

La diplomacia se democratiza a pasos de gigante gracias a Internet y términos como Diplomacia digital, la netpolitics de Hocking y otros, hacen fortuna porque responden a una realidad y la etiquetan[3]. ¡Ya era hora!



[1] Toda presencia en twitter lleva un identificador que comienza siempre por la @ seguida del nombre de usuario. Una vez registrados, nos dan un identificador según el nombre de usuario que deseemos y esté libre. Y ya podemos empezar a twittear. Seguiremos y seremos seguidos. No se asusten, forma parte de la gracia, puede enganchar y lo mejor hasta parecernos útil. Ahí les dejo mi user, por si se animan a seguirme @martavines (dense prisa en darse de alta que, como ven, a mí me dejaron sin el primer apellido de un soplo)

[2] Entrevista a Elliot Schrage en Council on Foreign Relations, New Media Tools and Public Diplomacy, 2009 http://www.cfr.org/publication/19300/web_20_and_public_diplomacy.html?breadcrumb=/

[3] Javier Noya en su libro Diplomacia para el Siglo XXI, de la Editorial Ariel y el Real Instituto Elcano, 2007, recoge el debate conceptual internacional sobre el tema (en la II Parte). Lectura ya clásica en la bibliografía en español.

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